Usted pensará que un agüita pintada de café, un tintico, resulta muy sencillo de preparar, ¡PERO NO!, el café que prefiero está determinado por la medida de mis ojos, la amargura perfecta se viste de un tono bien oscuro, pero no puede ser definitivo y absolutamente negro, ni nunca tan claro que pueda verse su fondo, solo un color tinto oscuro… es preciso echar el agua en una olleta, ojalá regalada, ponerla a fuego alto hasta que burbujee y apagar, hay quienes le ponen azúcar, no es recomendable, pues ya no sería más que una máscara dulzona de un tinto que disfraza sus colores lascivamente amargos…
Ellas, las burbujas, se ocultarán en su mismo calor listas para recibir la cantidad de café que las coloree lo suficiente, es de vital importancia que el café no sea instantáneo, pues el siguiente paso es fundamental en el resultado que se espera… cuando como yo, no se tiene un colador, manguita o telita para colar, se aconseja rociar un poquitín de agua fría sobre la mezcla de café y agua cliente está en la olleta para acelerar el proceso de asentamiento sin que se enfríe totalmente, y si se quiere, trazar una cruz con una cuchara, ojalá de palo, sino, las otras también pueden ayudar, esto por alguna razón mágica funciona…
Cuando se cree todo terminado, nos enfrentamos a la ceremonia de servirlo, se debe tener tanto cuidado como con los pasos anteriores, pues es posible fracasar en el intento… pues los granos de café se niegan a ser simplemente un ripio que debe resignarse al asiento de la olleta, ellos intentarán por todos sus medios aferrarse a lo que alguna vez fueron burbujas ahora pintadas, luego tiene que hacerlo con tanta delicadeza que los granos de café, ya exprimidos, no se den cuenta de que se está vaciando la olleta.
La taza en que se vierta el amargo tinto café caliente debe ser del tamaño que deseo, en el que me enseñó a tomar mi madre, en un pocillo chocolatero… llenarlo ojalá hasta el borde, que le humo recorra todo su rostro, lo abrigue con su olor y empañe los vidrios de las gafas, si es que usa.
El tiempo perfecto para un tintico es justo cuando su lengua se lo reclame, que para mí es cualquiera… ahora, ¿qué tal un tintico?
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